domingo, 21 de febrero de 2021

 

Julio (Pito) Rodríguez y el lúcido oficio de ser folklorista

                                                                                        “Bien podrán los encantadores quitarme la ventura pero el esfuerzo y el ánimo será imposible" Don Quijote



                                                                                                                                        

Por: Myriam Enid Rodríguez Hernández

 

La música es el alma de los pueblos. Su folklore su esencia y su vida misma.  Para hablar del excelente trabajo de Julio, debo remontarme y darle merito al grupo Song Compadre del cual formó parte importante como percusionista y hoy día custodia el nombre enalteciendo en las redes sociales la lirica puertorriqueña por medio de nuestra música. Song Compadre fue un grupo musical en el cual se destacaba su participación mayormente en promesas (Reyes Magos, Divino Niño, en fin, gran parte del santoral religioso puertorriqueño).  En su devocional ayudaron a pagar alrededor de 38 a 40 promesas llevando la voz cantante el trovador Doel Torres y El Ángel que canta, la villalbeña Marilyn Cruz Torres.  Ésta entra al grupo al fallecer el cantante Rafa Pacheco, oriundo de la Playa de Ponce, donde dicho sea de paso al presente se custodian tradiciones patrias tales como las promesas y las Cantatas a la Santísima Cruz.  Cuatristas y guitarristas ponceños pasaron y dejaron plasmados  dramáticamente aguinaldos, trullas, etc.

Al presente, y citando al gran poeta argentino Horacio Guaraní, si se calla el cantor calla la vida, porque la vida misma es todo un canto, Julio ha tomado por estandarte seguir promoviendo la música autóctona, desde su plataforma Song Compadre Live que podemos seguir todos los miércoles de 6 a 8:00 pm.   Laureados trovadores, conocedores de lo que es la trova y también la música popular (como el bolero) han contribuido a enseñarnos los orígenes de estos géneros populares de los que tanto disfrutamos y con interesantes biografías de compositores como fue el caso de don Catalino Curet Alonso “Tite Curet “.  En una reciente conversación con el me habló de sus experiencias como músico y su preocupación sobre ciertos aspectos que deben legislarse para hacer justicia y equidad al ejecutante del instrumento que pasa largas horas en una tarima y a esto le añado tristemente sin recibir reconocimiento alguno. Ese reconocimiento o mejor dicho ese enorme hueco que se ha hecho muy innecesario que se vive o que vive nuestra cultura.  La aportación que ha hecho Julio culturalmente hablando es de admirar. ¿Por qué? Hoy cuando se le da más importancia a llenar un Coliseo con música urbana, tristemente nuestros trovadores a duras penas llenan un teatro o alguna plaza. El entorno familiar falla, ha fallado pues se ha creado la gran falacia de que la música típica puertorriqueña solo se toca en navidad. Nada más lejos de la verdad. Por eso admiro y respeto el trabajo de la plataforma de Song Compadre. Es encomiable el trabajo, dicho sea de paso, sin ningún beneficio, pero con la gran satisfacción de la difusión de la música que nos define como pueblo.

Julio hace cosas diferentes, creativas, estimulantes. Cuando sintonice Song Compadre Live por primera vez me sorprendió y me obligó a seguirlo miércoles tras miércoles. Se ha convertido en un consecuente locutor que, con sus amenas y documentadas crónicas, que en definitiva van más allá de lo típico sienta cátedra en muchos otros aspectos.

Nuestra música es la gran olvidada. Por eso es meritorio reconocer la aportación que hace Pito, como cariñosamente es conocido en el ambiente cultural típico. Ensambla muy bien ese mosaico, formado metafóricamente con pedazos dispersos de las diferentes manifestaciones del aguinaldo, la decima entre otros cual vidrio de colores en un patrón homogéneo. Cada programa tiene algo interesante, algo curioso sobre nuestros juglares. Muchas veces nos ha llevado al pasado en sus documentales. Esos reencuentros con el pasado que nos dan vida y nos traen memorias desvaídas por el tiempo.

A nuestra música no se le acaba de reconocer toda su importancia como fenómeno cultural. A pesar de ser tan rica y constituir un caudal enorme del que podemos estar legítimamente bien orgullosos.  Es muy necesario que el pueblo se instruya con este tipo de programa porque el internet abarca el mundo entero. Es la gran oportunidad de que nuestros interpretes sean conocidos a niveles mundiales.

Julio Pito Rodríguez viene a ser el primero en intentar colocar nuestra música en el lugar que le corresponde como elemento cultural forjador de nuestra idiosincrasia. Esa sensibilidad que lo caracteriza y que lleva a flor de piel cuando habla de lo que nos define como pueblo lo vive y lo siente.

No puedo concluir sin agradecer a Julio a nombre de todos los que amamos la cultura, que respetamos nuestra identidad como puertorriqueños la gran aportación que por el momento realiza desde su pequeño estudio, donde cada miércoles se pasea a los acordes musicales del cuatro y lleva con garbo y elegancia el honroso oficio de ser folklorista.