Julio (Pito)
Rodríguez y el lúcido oficio de ser folklorista
“Bien podrán los encantadores quitarme la ventura pero el esfuerzo y el ánimo será imposible" Don Quijote
Por: Myriam Enid Rodríguez
Hernández
La
música es el alma de los pueblos. Su folklore su esencia y su vida misma. Para hablar del excelente trabajo de Julio,
debo remontarme y darle merito al grupo Song Compadre del cual formó parte
importante como percusionista y hoy día custodia el nombre enalteciendo en las
redes sociales la lirica puertorriqueña por medio de nuestra música. Song
Compadre fue un grupo musical en el cual se destacaba su participación
mayormente en promesas (Reyes Magos, Divino Niño, en fin, gran parte del
santoral religioso puertorriqueño). En
su devocional ayudaron a pagar alrededor de 38 a 40 promesas llevando la voz
cantante el trovador Doel Torres y El Ángel que canta, la villalbeña Marilyn
Cruz Torres. Ésta entra al grupo al
fallecer el cantante Rafa Pacheco, oriundo de la Playa de Ponce, donde dicho
sea de paso al presente se custodian tradiciones patrias tales como las
promesas y las Cantatas a la Santísima Cruz.
Cuatristas y guitarristas ponceños pasaron y dejaron plasmados dramáticamente aguinaldos, trullas, etc.
Al
presente, y citando al gran poeta argentino Horacio Guaraní, si se calla el
cantor calla la vida, porque la vida misma es todo un canto, Julio ha tomado
por estandarte seguir promoviendo la música autóctona, desde su plataforma Song
Compadre Live que podemos seguir todos los miércoles de 6 a 8:00 pm. Laureados trovadores, conocedores de lo que es
la trova y también la música popular (como el bolero) han contribuido a
enseñarnos los orígenes de estos géneros populares de los que tanto disfrutamos
y con interesantes biografías de compositores como fue el caso de don Catalino
Curet Alonso “Tite Curet “. En una
reciente conversación con el me habló de sus experiencias como músico y su
preocupación sobre ciertos aspectos que deben legislarse para hacer justicia y
equidad al ejecutante del instrumento que pasa largas horas en una tarima y a
esto le añado tristemente sin recibir reconocimiento alguno. Ese reconocimiento
o mejor dicho ese enorme hueco que se ha hecho muy innecesario que se vive o
que vive nuestra cultura. La aportación
que ha hecho Julio culturalmente hablando es de admirar. ¿Por qué? Hoy cuando
se le da más importancia a llenar un Coliseo con música urbana, tristemente
nuestros trovadores a duras penas llenan un teatro o alguna plaza. El entorno
familiar falla, ha fallado pues se ha creado la gran falacia de que la música
típica puertorriqueña solo se toca en navidad. Nada más lejos de la verdad. Por
eso admiro y respeto el trabajo de la plataforma de Song Compadre. Es
encomiable el trabajo, dicho sea de paso, sin ningún beneficio, pero con la
gran satisfacción de la difusión de la música que nos define como pueblo.
Julio
hace cosas diferentes, creativas, estimulantes. Cuando sintonice Song Compadre
Live por primera vez me sorprendió y me obligó a seguirlo miércoles tras
miércoles. Se ha convertido en un consecuente locutor que, con sus amenas y
documentadas crónicas, que en definitiva van más allá de lo típico sienta
cátedra en muchos otros aspectos.
Nuestra
música es la gran olvidada. Por eso es meritorio reconocer la aportación que
hace Pito, como cariñosamente es conocido en el ambiente cultural típico. Ensambla
muy bien ese mosaico, formado metafóricamente con pedazos dispersos de las
diferentes manifestaciones del aguinaldo, la decima entre otros cual vidrio de
colores en un patrón homogéneo. Cada programa tiene algo interesante, algo
curioso sobre nuestros juglares. Muchas veces nos ha llevado al pasado en sus
documentales. Esos reencuentros con el pasado que nos dan vida y nos traen
memorias desvaídas por el tiempo.
A
nuestra música no se le acaba de reconocer toda su importancia como fenómeno
cultural. A pesar de ser tan rica y constituir un caudal enorme del que podemos
estar legítimamente bien orgullosos. Es
muy necesario que el pueblo se instruya con este tipo de programa porque el
internet abarca el mundo entero. Es la gran oportunidad de que nuestros
interpretes sean conocidos a niveles mundiales.
Julio
Pito Rodríguez viene a ser el primero en intentar colocar nuestra música en el
lugar que le corresponde como elemento cultural forjador de nuestra
idiosincrasia. Esa sensibilidad que lo caracteriza y que lleva a flor de piel
cuando habla de lo que nos define como pueblo lo vive y lo siente.
No
puedo concluir sin agradecer a Julio a nombre de todos los que amamos la
cultura, que respetamos nuestra identidad como puertorriqueños la gran
aportación que por el momento realiza desde su pequeño estudio, donde cada
miércoles se pasea a los acordes musicales del cuatro y lleva con garbo y
elegancia el honroso oficio de ser folklorista.